Suiza es uno de los países más ricos del mundo. Tiene fama
de ser un centro financiero que nada tiene que envidiar
a los demás... y con razón. Suiza ha ido consolidando su
reputación gracias a su eficacia, rapidez y profesionalidad.
Sus 700 años de historia, caracterizados por la estabilidad
social y política, su seguridad incomparable y la existencia
de un secreto bancario inquebrantable, han desempeñado un
papel determinante.
Más de un centenar de instituciones financieras
ejercen su actividad en suelo suizo. Todas ellas gozan de
una merecida fama de eficacia y prudencia. Quienes invierten
a través de una firma suiza buscan eficiencia, servicio
personalizado y, sobretodo, confidencialidad. Es un hecho
que gran parte de los patrimonios privados de todo el mundo
se invierten a través de brokers suizos. Sin embargo, esta
confianza a nivel mundial no nos llega automáticamente,
sino que tiene que ser ganada a pulso durante la labor diaria.
El ordenamiento jurídico suizo otorga la máxima
prioridad a la protección de los activos financieros, tanto
de los inversores suizos como de los extranjeros. Por ello,
todo inversor que opera a través de una institución financiera
suiza, como ACM, se beneficia de esta protección constitucional
en el ámbito patrimonial privado. En otras palabras, todo
cliente de ACM goza del beneficio de esta garantía jurídica.
Los intereses basados en el mantenimiento
del secreto están salvaguardados gracias a la garantía legal
del Secreto Bancario Suizo. El Artículo 47 de la “Ley Bancaria
Suiza” ofrece privacidad financiera a los clientes de instituiciones
financieras suizas como ACM.
ACM, como institución financiera suiza, tiene
la obligación legal de proteger los detalles de la cuentas
de nuestros clientes, no pudiéndose dárselos a conocer a
ninguna tercera parte. ACM colabora en todos los sentidos
con el Gobierno Federal para el puntual cumplimiento de
la normativa suiza.
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